Maite Padilla.

Mi mente hiperactiva.

Sólo quiero que mi mente frene, dejar de pensar.

Conseguir frenar, parar el caos que hay en mi cabeza en mi mente.

Dejar de pensar, es el pensamiento más recurrente de mi último año…Dejar de Pensar

No sé cómo funcionan otras cabezas, vuestras cabezas, pero la mía, ay la mía, os puedo asegurar que es un hervidero de ideas, pensamientos, anticipaciones, emociones, reacciones. Y por supuesto, en su gran mayoría negativas, claro.

Y es que, para qué pensar en algo bonito, positivo, alegre, pudiendo martirizarme repitiéndome una y otra vez, lo débil, frágil, tonta, infame, penosa, dañina, ignorante que soy.

Así es mi mente, así soy yo, gilipollas vamos.

Mi cabeza es un cruce de carreteras, de cientos de carreteras que se cruzan a distintos niveles, con un objetivo común:

Sencilla y llanamente, destruirme.

Tarea, objetivo que por un momento consiguió y por el que sigue luchando.

No voy a entrar en más detalles respecto al tema suicidio, por ahora, no me apetece ni me encuentro con ganas, pero volveré a él para contaros mi experiencia.

El motivo es sencillo, durante unos meses logré calmar a la bestia

Con un marco dorado, se ve en blanco y negro, la boca abierta de lo que parece ser un león o quizás un tigre, ya que sólo se aprecian los dientes, la lengua y el contorno de la lengua.
Simboliza a la bestia que es mi mente y que no para de pensar
La Bestia que en mi mente intenta destruirme.

Este verano, mientras disfrutaba de las vacaciones en Can Picafort (Palma de Mallorca), gracias a la generosidad de mi querida amiga Sylvia . Conseguí la Paz necesaria para frenar mi cerebro, ojo, que no ha sido sencillo, nada sencillo.

No obstante, estaba centrada en el momento presente, en el aquí y ahora.

Llevaba 7 meses trabajando en ello, con la ayuda de los 4 amigos que se quedaron a mi lado y, mentiría si dijera que nunca he querido rendirme y abandonar. O incluso que no lo he hecho.

7 meses de trabajo, ahora ya 9, y queda mucho por hacer. El camino que me queda sigue siendo muy largo; pero si que voy viendo sus primeros frutos, lo cual es maravilloso, tanto que me emociona pensar en lo que he logrado y de lo que me siento muy orgullosa.

Que me han acompañado y guiado, a veces sin ser conscientes de la gran ayuda que suponía su compañía, sus palabras, sus abrazos, sus silencios.

Junto a ellos, he llorado, he reído, pero sobre todo he aprendido algo que no sabía, que había olvidado, que no sabía que había perdido. Hasta que nuevamente lo he incluido en mi vida.

Aunque sería más correcto decir que Lo he grabado a fuego en mi piel

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