Maite Padilla.

Qué sola es la soledad de dos en compañía

Qué sola es la Soledad de Dos en Compañía.

Esta frase la leí siendo muy pequeña en un comic, en aquellos años en que te podías comprar un cómic y luego por unas pocas pesetas, cambiarlo por otro; y yo, que leía bastante, era asidua de la papelería «Mariano», recuerdo que se llamaba así, un lugar mágico para mí, lleno de libros, tebeos, revistas, material escolar; vivir allí, hubiera sido un sueño.

Qué sola es la soledad de dos en compañía, esa frase, sin quererlo, y sin tan siquiera entenderla, se me quedó grabada en mi infantil memoria.

Desgraciadamente, rápidamente la entendí, y es que, mi familia era tan «especial», que llegué a entender, lo sola que es la soledad de 4 en compañía.

Con los años, apareció más veces en mi vida y, estos últimos meses me ha vuelto a venir a la memoria, por volver a repetirse.

Tener pareja, no te asegura tener compañía.

No te asegura tener comprensión.

Tener pareja, no te asegura sentirte apoyada.

Y es entonces cuando la soledad de dos en compañía se convierte en una pesada losa, que recae sobre tus hombros, llegando incluso a hundirte.

Esa losa pesa, porque no sabes qué decir, las palabras forman esa losa, cuyo peso se incremente al no encontrar las palabras adecuadas.

O cuando, mejor dicho, lo que sabes que no vas a encontrar son las respuestas adecuadas, y van a volver el «qué exagerada eres», «no es para tanto», «todo tiene solución», «de todo se sale», «Dios proveerá»

Que sí, que pueda que sean ciertas, pero no son lo que yo ahora quiero escuchar, no es lo que necesito escuchar de tu boca.

Somos una pareja, y necesito tu apoyo y comprensión, necesito tu abrazo, sentirme segura, necesito tu cariño, sentirme importante para alguien, sentir que valgo la pena.

Porque para quejas, excusas y demás, ya tengo al resto del mundo.

Pero a ti, a ti te necesito para seguir adelante.

Te necesito a mi lado, para darme fuerzas cuando me fallan, para animarme, cuando lo veo todo negro, para hacerme sonreír, cuando las lágrimas empiezan a asomar.

Que sí, que ya sé que no es fácil el papel que te ha tocado.

Pero tampoco es tan difícil como te han hecho creer.

Una persona con depresión, como yo, no está loca, ni ha perdido la cabeza, ni lo va a estar para siempre.

Una persona, como yo, con depresión, necesita apoyo, comprensión, cariño, necesita sentirse querida, sentirse útil.

Y eso no es tan complicado de lograr.

Tampoco quiero un payaso que me haga reír las 24 horas, nada más lejos.

Sólo quiero a esa persona que un día conocí, de la que poco a poco me hice amiga y con el tiempo me fui enamorando.

Esa persona, eso sí, que preste un poco más de atención a los detalles y que le preocupe o interese mi historia.

Una persona, como yo, que sufre una depresión, que tiene ideación y hasta ha tenido un intento de suicidio, no es fácil de tratar, soy consciente.

Pero fíjate que tampoco te pido que conviertas mi mundo, en un mundo de purpurina y confeti; no, tan sólo te pido que me preguntes

Te pido que me creas cuando te digo que estoy mal, que quiero llorar, que no me quiero levantar de la cama.

Que me creas, cuando te digo que tengo el alma rota.

O que sencillamente, que no sé por qué lloro.

Pero pregúntame:

Sólo 2 palabras.

Que pueden acabar con la frase del inicio «Qué sola es la soledad de dos en compañía»

Y quizás te diga que me abraces, o que me des la mano y miremos juntos al techo, o que me abraces mientras duermo y así sentirme protegida.

No es tan complicado, ¿no?

Menos aún si recuerdas que siempre te digo que me preguntes si dudas, que me preguntes si no sabes.

¿Eres tu esa persona?

¿Te sientes preparado para ello?

Sí, tengo miedo, porque a pesar de que no es la primera vez que me ocurre esto de la depresión, nunca es igual; y lo de la ideación suicida sí es toda una novedad para mí; nunca me había pasado, nunca había pensado en ello.

Y tampoco es la primera vez que he tenido que escuchar de otras parejas que he tenido:

  • Estás loca
  • Si quiere matarse, déjala que lo haga.
  • Eres una cuentista, que sólo busca llamar la atención.
  • No quiero estar con alguien así.
  • Eres débil.
  • Y un sinfín de lindezas más.

Con esto quiero decirte, que tampoco es fácil para mí, que me han insultado, me han vejado, me han menospreciado por tener depresión, por tener una enfermedad mental.

Y con este historial, comprenderás que no me resulta sencillo abrirme, ya que siempre que lo hago pienso, bueno, pues hasta aquí hemos llegado, fue bonito mientras duró, y empiezo a pensar en replegar velas y volver a mi encierro.

Ni te imaginas lo humillante que puede llegar a ser reconocer que tengo depresión crónica, que a lo largo de mi vida, he sufrido varias, en mayor o menor intensidad y, que por desgracia, siempre será así.

Humillante, no por mí, ojo, no me da vergüenza reconocerlo dónde y ante quien sea, lo digo con orgullo, sí, he superado más de una depresión y aquí estoy, dispuesta a seguir superándolas.

Humillante porque sé las respuestas que me van a dar, desde el «Qué equivocada estás», «Cómo puedes pensar eso», «Lo hacen por tu bien» y podría seguir porque la lista es interminable. La lista de respuestas que validan los actos y opiniones de los demás, pero que anulan por completo los míos, porque total, «pobrecita, no está bien», «no sabe lo que dice».

Porque tengo miedo, porque me siento sola, porque me siento abandonada, porque me siento una mierda.

Creo que después de estos meses, he conseguido reunir la confianza suficiente para sincerarme contigo y, ni te imaginas la de vueltas que le he dado, pensando, ¿Se asustará?, ¿Me llamará loca?, ¿Saldrá corriendo?

Pero no te necesito porque esté mal, no, no es eso.

Te necesito porque a lo largo de estos meses hemos creado algo juntos y no quiero perderlo.

No te necesito por egoísmo, he pasado otras depresiones sola, te necesito porque te quiero y quiero estar contigo.

La Soledad no siempre es dañina; al revés, en muchas ocasiones puede llegar a ser una gran aliada.

Que a mí, me ha parecido interesante.

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